Son tiempos «nuevos», extraños, complejos, olvidados-aunque-ya-vividos, difíciles… interesantes. De pronto, parece como si la Tierra hubiese comenzado a girar alrededor de otro astro que en lugar de luz, calor y vida, sólo aporta tenebrosidad, frialdad y muerte, sea ésta en forma literal o figurada (léase muerte de lo establecido, muerte del empleo, muerte de lo permanente, muerte del estado de bienestar, muerte de la confianza, muerte de lo [ponga aquí su indignación propia]).
Desde siempre nos han intentado vender la idea de que la mejor opción pasaba por buscar un trabajo fijo, que nos aportara estabilidad y nos ayudara a llevar una vida de lo más previsible y segura posible. Crecimos en un marco circunstancial y social en el que valores como la seguridad, la estabilidad o la ausencia de riesgo estuvieron siempre por encima de otros como el esfuerzo, el estímulo ante las adversidades o el deseo de poder desarrollar una vida propia construida a base de experiencias y aprendizajes. Un vida plena guiada por un sentido crítico y autónomo. Y al final, sin embargo, ha resultado que la vida misma ni es segura, ni es estable, ni previsible, haciendo que, sin previo aviso, toda convención se nos fuera por el desagüe del desconcierto… afortunadamente.
Y es que esa vida que de pronto parece otra se ha convertido -si es que realmente no ha sido siempre así- en una suerte de ensayo-error-aprendizaje, en una prueba de laboratorio continua en la que de poco vale todo lo aprendido a fuerza de discurso intencionado, pues los hitos se cimientan sobre experiencias propias y logros personales. Una especie de startup, -una startup llamada vida- en la que se aprende haciendo. Y de esta aventura vital teñida de empresarial, o empresarial cargada de vida, el que sale victorioso es aquel que es consciente de que sólo él es el dueño de su destino. Aquel que se permite soñar y pone todo su empeño en trabajar para transformar esos sueños en realidad. Aquel que está dispuesto a correr el riesgo de querer vivir su vida sin que nadie la viva por él.
Soñemos, emprendamos, trabajemos y tracemos el destino de nuestro propio futuro… sin olvidarnos de divertirnos en el camino.